La vecina de enfrente lleva días tensa. Lo noto por la urgencia con la que habla por teléfono y por los gritos que pega a sus criaturas. Imagino que se está quedando sin pasta, que ve con aprensión el fin del ERTE acercarse. Que cinco meses con los niños en casa la tienen al borde de un ataque. Que su ex ya no encuentra trabajo ni de camarero y no le pasa nada de pensión. Todo esto lo imagino, porque en realidad no conozco a mi vecina de enfrente y sin embargo, intuyo que sus problemas no son muy distintos de los de muchas, de los de tanta gente, que lleva años sin permitirse estar tranquila, y que ahora está a punto de romperse. Que no sabe cómo llegará al invierno.
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